La Magia del Verano

¡A los fanáticos de Pamela Kelley y Robyn Carr les encantará este romance de pueblo pequeño!

Daniella Judd se mudó a Sapphire Bay para cumplir una promesa que le había hecho a su hermano. Si alguien le hubiera dicho que sería feliz viviendo en un pequeño pueblo de Montana, les habría dicho que estaban locos. Pero aquí está, horneando galletas para recaudar fondos en la iglesia, organizando eventos en El Bosque de las Hadas y soñando con una pequeña casa en Anchor Lane.

Harrison James sabe mucho sobre el amor y la pérdida. Después de la devastadora muerte de su esposa, no cree que pueda volver a ser feliz. Trabajar en las cabañas en Anchor Lane le está dando tiempo para planificar la siguiente fase de su vida y reevaluar lo que es importante. Y ninguno de sus planes incluye quedarse en Sapphire Bay.

Cuando Daniella y Harrison se conocen, sus mundos chocan en un torbellino de emociones. ¿Podrá Daniella perdonarse a sí misma y construir un futuro más feliz? ¿Encontrará Harrison el valor para dejar atrás sus miedos y abrazar el amor que le espera?

Acompaña a Daniella y Harrison en esta conmovedora historia ambientada en el telón de fondo de Sapphire Bay, donde el amor, la alegría y la felicidad se entrelazan de formas inesperadas.

Daniella se encontraba en medio de El Bosque de las Hadas, el centro de eventos temático de hadas que había inaugurado hace casi dos años. Había requerido mucha imaginación y más dinero del que pensaba para crear un pequeño pedazo de magia de hadas en el pintoresco pueblo de Sapphire Bay. Pero, mirando hacia atrás, todo valía la pena.

Lleno de luces titilantes, grandes árboles artificiales y jardines rebosantes de hermosas flores, alegraba a Daniella cada vez que llegaba al trabajo. Pero lo que más le gustaba de su trabajo era crear experiencias inolvidables que trajeran alegría a los demás.

Esta tarde, tres grupos de niños estaban en El Bosque de las Hadas, celebrando diferentes fiestas de cumpleaños. Las alas de hada rosadas de Daniella se arrugaban mientras daba una vuelta lenta para asegurarse de que todos los niños estuvieran donde debían estar. Solo había un problema al transformar una gran sala en un bosque encantado. Había demasiados lugares donde un niño aventurero podía esconderse.

Una vez que todos estuvieron contabilizados, miró a los niños que habían llegado primero. Con sonrisas en sus rostros, devoraban la comida de fiesta bellamente decorada. Desde cupcakes que parecían flores, brochetas de frutas con forma de mariposas y limonada rosa servida en copas brillantes, había algo para todos.

Una de las mamás se acercó a ella. “No sé cómo lo haces. Todos se están divirtiendo mucho”.

“Me alegra que lo estén pasando bien”, dijo Daniella con una sonrisa. “Trabajamos duro para asegurarnos de que cada evento sea lo menos estresante posible”.

“Bueno, solo quería que supieras que aprecio todo lo que has hecho. Alicia estará hablando de su fiesta de cumpleaños durante semanas”.

“Eso es maravilloso. Si necesitas algo mientras estás aquí, ven a verme”.

La mamá de Alicia sonrió y volvió a la fiesta de su hija.

Mientras Daniella observaba a uno de los grupos jugar a las sillas musicales, un sentimiento de soledad se instaló en su corazón. A pesar de estar rodeada de niños felices y padres, no podía quitarse la sensación de que algo faltaba en su vida.

Hace toda una vida, ella era gerente en una gran agencia de publicidad en Atlanta. Sus días estaban llenos de reuniones y plazos. No fue hasta que su hermano mayor fue diagnosticado con cáncer que miró su vida y decidió que algo necesitaba cambiar.

Había intentado trabajar menos horas. Incluso se había unido a un equipo de baloncesto social para hacer amigos fuera del trabajo. Pero las reuniones fuera del horario laboral y las llamadas telefónicas nocturnas de clientes habían vuelto a su vida.

Una promesa que le había hecho a su hermano antes de que él muriera lo había cambiado todo. Ahora, aquí estaba, en el pueblo en el que había crecido, creando recuerdos especiales para las personas que había dejado atrás.

Una niña tiró del vestido de tul de Daniella. “No puedo encontrar una varita mágica”.

“Eso no es bueno, Phoebe. ¿Qué tal si encontramos una especial para combinar con tu vestido de princesa?”

La niña asintió y tomó la mano de Daniella mientras cruzaban la habitación. “Soy Blancanieves”, susurró Phoebe. “Quería ser Ariel, pero mi amiga quería ser ella porque tiene una cola de sirena”.

“Ella tiene suerte”.

Phoebe miró a Daniella y sonrió. “Mi hermano dijo que su habitación debe oler a pescado, pero no lo hace. Huele bien”.

Daniella sonrió y se detuvo frente a unos estantes. Lo mejor de estar con niños era que incluso cuando se sentía deprimida, dirían algo para mejorar su día.

Sacando una varita azul brillante de un contenedor, se la entregó a Phoebe. “Aquí tienes. Asegúrate de hacer un deseo especial para tu amiga”.

“Lo haré. Gracias”. Y con una sonrisa llena de hoyuelos, Phoebe se apresuró de regreso al grupo de niños al otro lado de la habitación.

Las puertas principales se abrieron y la amiga de Daniella, Jackie, entró en la habitación empujando un carrito de comida.

Daniella se apresuró a cruzar hacia ella. “No tenías que traer los pasteles de cumpleaños”.

“Está bien. Vi a Megan en el vestíbulo. Tiene que recoger a Nora del programa extracurricular en la iglesia, así que dije que los traería”. Miró las fiestas que tenían lugar a su alrededor. “Desearía haber tenido un lugar como este cuando era más joven”.

“No tienes que ser joven para disfrutar de El Bosque de las Hadas. ¿Por qué no vienes aquí para tu próximo cumpleaños?”

Los ojos de Jackie brillaron. “Podría hacer eso. Aidan se vería increíble con un disfraz de pirata. Solo pasé para ver si todavía vienes a cenar esta noche”.

“No me lo perdería por nada del mundo. ¿Estás segura de que no quieres que traiga algo?”

“Tengo todo lo que necesitaremos”. Con una rápida mirada a su reloj, Jackie empujó el carrito más cerca de Daniella. “Tengo que volver al trabajo. ¿Está bien a las seis en punto?”

“Perfecto”. Con un gesto a su amiga, llevó los pasteles de cumpleaños a cada fiesta.

Mientras las risas llenaban la habitación, Daniella no pudo evitar sonreír. Este era su lugar, rodeada de la magia de El Bosque Encantado, la alegría de los niños y el apoyo de amigos como Jackie.